El Lagrimal Trifurca: una revista artesanal contemporánea

Por Fernando Fantin, Juan Manuel Rosas y Gervasio Mochietti  

La historia de la revista El lagrimal trifurca, que editaban Francisco y Elvio Gandolfo en la imprenta La Familia, abarcó de 1968 a 1976. Fueron 14 números y las fechas hablan casi por sí solas. El boom latinoamericano en literatura, los golpes de Estado en varios países del continente, el Mayo Francés, el Rosariazo y la muestra Tucumán Arde fueron sólo algunos de los acontecimientos que ocurrieron en el período y de los cuales dieron cuenta ciertos pasajes de esta publicación literaria rosarina. 




Sergio Kern, dibujante y escritor
Sergio Kern, hermano menor de Elvio Gandolfo, tenía 14 años cuando ilustró el primer número de la revista que publicaba la imprenta de su padre Francisco. Entre sus recuerdos, Kern destacó la labor artesanal que implicaba llevar adelante la revista, las deliberaciones a la hora de seleccionar los textos, y también se refirió a la relación del contexto sociopolítico con respecto al contenido elegido. 

Como afirmó Kern, aunque la cuestión política no era la prioridad, había varios escritores comprometidos políticamente y, por ende, los ejemplares se hacían eco de los acontecimientos más resonantes del momento. Así, el alto vuelo literario no era indiferente a los sucesos que sacudían al país y al continente: el quinto número de El Lagrimal, que comprendió el turbulento trimestre de julio a septiembre del 69, estuvo dedicado "a los obreros y estudiantes que lucharon (en nuestro país) durante el mes de Mayo", en una clara referencia al Rosariazo

Los textos que componían cada ejemplar de El Lagrimal eran seleccionados cuidadosamente en un proceso "exigente". Quizás por eso, visto en perspectiva, se aprecia un proyecto que Kern resumió como “sólido”: “Agarrás El Lagrimal ahora y es como si lo hubieran terminado de hacer la semana pasada, porque todo el material tiene calidad. Elvio y mi padre (Francisco) eran muy exigentes en ese sentido. Y también era importante la calidad gráfica". Precisamente, la calidad dotó a la revista de una vigencia que contrasta con lo que podría suceder frente a otras publicaciones pretéritas: "Cuando veo publicaciones de hace 30 años, se nota que son de otra época -explicó-, hay un montón de cosas que sólo las entendés en su época. Pero ver  los números (de El lagrimal) me asombra”.

El contexto favorable

Hubo una serie de elementos políticos, sociales y culturales que directa e indirectamente coadyuvaron a la generación de El lagrimal trifurca:

En materia literaria, el contexto que precedió y en algunos casos acompañó la formación de la revista estuvo caracterizado por el llamado boom latinoamericano, es decir, el auge editorial que tomó la literatura latinoamericana -en especial la narrativa-, principalmente a partir de la difusión mundial de las obras de Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. Este movimiento había comenzado a generarse desde hacía  aproximadamente cinco años, con la publicación de La cuidad y los perros (1962), de Vargas Llosa, y de Rayuela (1963), de Cortázar. Un poco antes, en 1955, Carlos Fuentes había sido uno de los fundadores de la Revista Mexicana de Literatura, que introdujo a los latinoamericanos a las obras modernistas de Europa y las ideas de Jean-Paul Sartre y Albert Camus.

En aquella época -recordó Sergio Kern-, el cartero era un personaje muy particular. “Había muchas revistas literarias y de poesía en toda Latinoamérica. El Lagrimal recibía una revista mejicana muy buena que se llamaba El corno emplumado, que era como un libro y estaba muy bien hecha. Creo que esa fue la principal influencia de El lagrimal, junto con la Revista de Casa de las Américas, de Cuba”

La publicación mexicana existió entre 1962 y 1968. Ya en el primer número (enero de 1962), sus editores abogaron por la hermandad latinoamericana: “Hoy en día, cuando las relaciones entre los países de América son peores que nunca, esperamos que El corno emplumado sea la mejor prueba (no política) de que todos somos hermanos” [1].

Como muestra de la importancia de la revista mexicana, en 1967, desde París, Cortázar -quien había publicado en El corno emplumado-, escribía: “Todo lo que he leído en El Corno me parece de primera o, cuando no lo es, me interesa lo mismo por la novedad o porque se está intentando un cambio o buscando una salida. Su revista me parece de las más hermosas que se hacen en Latinoamérica”.

En Argentina, hacia la segunda mitad de la década del 60 la industria editorial empezó a recuperarse y aumentaron las exportaciones. En ese entonces se tomaron algunas medidas que favorecieron el envío de libros al exterior, como el sistema draw back y el régimen de reintegros. Asimismo, se empezaron a realizar envíos por vía aérea [2]. Kern contó que enviar impresos por correo "salía monedas". "El descuento era impresionante, mandar un paquete te salía monedas . El correo tenía tarifas diferenciadas cuando había algo cultural de por medio”.  

En los inicios de los 70 la producción de libros volvió a aumentar, alcanzando su punto más alto en 1974, con casi 50 millones de ejemplares editados y una tirada promedio de 10 mil ejemplares por título. Un año antes, en 1973, se había sancionado la primera ley del libro. La ley 20.380 declaró de interés nacional la promoción, producción, comercialización y difusión del libro argentino, favoreciendo su circulación y, además, otorgó una serie de incentivos (régimen de créditos a la producción y comercialización, desgravaciones impositivas, etc).

Gracias a esta ley, El lagrimal pudo resolver uno de los principales problemas: la provisión de papel. Me acuerdo que lo del papel era una lucha, pero había una ley que permitía que compraras un papel finlandés que era muy bueno para editar. Ese papel te salía muchísimo menos y era solo para edición”. El punto no es menor, sobre todo si se tiene en cuenta que el papel que se conseguía en Argentina en esa época era de mala calidad.

Asimismo, se obtuvo la exención del Impuesto al Valor Agregado (IVA) para los libros [3]. En estas condiciones, la producción total para el período 1970-1979 superó los 312 millones de ejemplares. Sin embargo, tras el inicio de la última dictadura militar (1976), la industria editorial sufrió una fuerte caída, pasando de los 41 millones de ejemplares en 1976 a los 31 millones en 1979. 

Los artesanos de los sábados

La imprenta La Familia, donde se mentó y editó El lagrimal, continúa siendo la empresa familiar de los Gandolfo. Allí, después de cumplir con la rutina de trabajo de la imprentaFrancisco y Elvio se quedaban preparando la revista. “Los dos tenían un entusiasmo extraordinario. Ese entusiasmo hacía que después de las horas de trabajo tuvieran energía para preparar material”, contó Kern. “Al principio estaban Eduardo D’ Anna, Hugo Diz, mi papá (Francisco Gandolfo) y Elvio. Después entró Samuel Wolpin".

Staff de El Lagrimal Trifurca
Las decisiones sobre El Lagrimal eran tomadas en ese mismo espacio de la calle Ocampo al 1800, donde todos los sábados se reunía el staff de la revista. “Me acuerdo que las conversaciones y las discusiones eran  totalmente apasionadas”, comentó Kern. Todos tenían entre 20 y 22 años, excepto Francisco, que con sus cuarenta y tantos duplicaba esas edades y hacía de catalizador en las discusiones, tratando de unir las partes. "En el grupo predominaban las ideologías de izquierda -atestiguó Kern-, el peronismo de izquierda y el peronismo tacuara. Mi viejo (Francisco) era más anarco".

El primer número apareció en 1968, con una ilustración de Sergio Kern, “un dibujo lineal de un músico”. La revista se presentaba a sus lectores exponiendo sus objetivos: El Lagrimal Trifurca es una publicación trimestral en la que trataremos de mostrar el esfuerzo solidario y vital que vienen realizando los poetas, escritores y artistas de nuestro continente y del mundo por la literatura al servicio de la vida, la palabra como conocimiento totalizador y elemento renovador y dinámico"[4].

El proceso de producción de la revista era prácticamente artesanal, como narró Kern: “En esa época sólo las imprentas grandes tenían offset. Las ediciones alternativas se hacían con tipografía de plomo. La imprenta de mi padre era tipográfica, entonces se componía a mano. En la imprenta de mi padre la linotipia se encargaba afuera. Los primeros números de El lagrimal estaban armados a mano, incluso la prosa. Una vez armado el original, se imprimían alrededor de 500 ejemplares”. 
Un ejemplar hacia finales de 1974.

Cada página compuesta con tipografía podía demandar un día completo de trabajo. La elaboración era tan difícil como lograr comercializar los ejemplares. Segio Kern recordó haber acompañado a su hermano Elvio a Buenos Aires para llevar El lagrimal a las librerías porteñas. "Aunque se vendían pocos ejemplares, la intención era que se difundiera. Me acuerdo de momentos muy buenos, le tenían mucho respeto a la revista. La librería de Héctor Yannover (Librería Norte), por ejemplo”.

En noviembre de 1968 se creó por ley la Universidad Nacional de Rosario (UNR), bajo cuya órbita al año siguiente comenzó a funcionar la Escuela de Letras. Durante la década del 60 la juventud había cobrado un protagonismo inusitado y el interés por conocer y consumir las novedades culturales que impregnaban la época era creciente. La universidad era un universo cada vez más habitado y propicio. Quizás por eso un poeta chileno que estaba de visita en Rosario se tomó el atrevimiento de decirles a Francisco y Elvio Gandolfo ‘denme las revistas que se las vendo todas’. "Las llevó a la facultad y vendió un montón -resaltó Kern-, en ese entonces la facultad era una ebullición”.

La revista se había pensado originalmente como trimestral y al principio se cumplió, pero  después el tiempo de publicación varió. Y aunque a veces se atrasaba, siguió saliendo, hasta 1976. El último número de El Lagrimal se publicó en agosto de 1976, seis meses después del golpe de estado. Sergio Kern atribuyó ese hecho a que Elvio se había ido a vivir a Uruguay: “Mi hermano era el que veía más material y ponía más energía. Mi padre no podía seguir solo con el proyecto”. 

Tras el golpe militar del 24 de marzo la industria editorial nacional comenzó a derrumbarse, a la vez que numerosos escritores debieron exiliarse. Luego de que El Lagrimal dejara de editarse, llegaron a la editorial de la familia Gandolfo pedidos de universidades de otros países, como Estados Unidos y Alemania. "Querían colecciones, que se empezaron a mandar hasta que se terminaron”, concluyó Kern.

Los ocho años que duró la aventura de El Lagrimal Trifurca fueron más que suficientes para dejar una huella imborrable. Es sabido que una condición ineludible de las revistas literarias es su breve tiempo de vida. Pero cuando el material es elegido con exigencia, cuando se reúnen escritores capaces de trabajar con objetivos en común, el material gráfico se convierte en un testimonio de época.


N. de la R.: Agradecemos a la Biblioteca Ponti Lagarde, del Club Editorial Río Paraná (Vélez Sarsfield 375) por facilitarnos la consulta de ejemplares de El Lagrimal Trifurca.




[1] Circulodepoesía.com  Informe: El corno, revista de los poetas que sueñan demasiado.
[2] Informe del Centro de Estudios para la Producción (CEP), Secretaría de Industria, Comercio y de la Pequeña y Mediana Empresa, Ministerio de Economía y Producción.
[3] Informe del CEP. Op. cit.
[4] http://labuhardilladepapel7.blogspot.com.ar/2009/01/fueron-14-los-numeros-que-lograron.html

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